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¿Nos merecemos nuestros sueños?

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  ¿Nos merecemos nuestros sueños? Según la fuerza de voluntad, y desde el punto de vista laboral o profesional, considero, desde mi humilde punto de vista, que hay tres tipos de personas: Los primeros, los que se esfuerzan, se sacrifican, y trabajan para conseguir un objetivo, tienen claro lo que buscan, y pelean y son constantes en la consecución de ese fin; no tienen asegurado el éxito, no es una condición sine qua non, para conseguir el propósito deseado, pero desde luego sí están adquiriendo mas papeletas para lograrlo, y tienen mas posibilidades para ello. En resumen, es mas fácil conseguir un objetivo si te esfuerzas en lograrlo, que si no lo haces. Los segundos, pues ahí están, a verlas venir. son los que no mueven un dedo por conseguir algo mínimamente deseado, y que siempre añoran conseguir, aunque sea regalado por el destino, o por el universo, como decía aquel. Se quejan de lo injusta que es la vida que les ha tocado vivir, pero son incapaces de hacer algo que les libere d

La música es felicidad

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  Dicen por ahí, que la felicidad es un conjunto de breves momentos en la vida, que te dan satisfacción, te dan placer, y te mantienen durante un rato, en un estado de éxtasis, y fascinación, que te llevan a estar encantado espiritualmente contigo mismo. Cada uno tiene sus ratos de placer, y no tienen por qué ser los mismos en todos, a mí, por ejemplo, me produce un gran placer, el tomarme un buen café calentito en una cafetería del centro de la ciudad, por la mañana en pleno invierno. O comer en un restaurante con la familia o buenos amigos y estar charlando de cualquier tema durante horas y horas. O pasear y entrar en los bares a tomar un pincho y un vino, por lo viejo de Pamplona. O el sexo, que es el placer por excelencia. Pero si tengo que destacar lo que me produce más satisfacción de todo, teniendo en cuenta mi edad, es escuchar música, sobre todo la música que me gusta.     No llego a ser un melómano, pues eso sería enfermizo, pero me encanta la música; intento escuchar mis Pla

Un paseito por Pamplona

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Entramos en el parking de la plaza del Castillo, no había sitio en la primera planta, y nos bajamos a la segunda. Allí si había. Aparqué el coche, y salimos por la puerta del pasadizo de la Jacoba. Estábamos en la plaza del Castillo, frente al café Iruña. Conversábamos alegremente, mi mujer y yo. La plaza era un bullicio total, no era como en Sanfermines, pero casi. Las terrazas estaban todas abarrotadas, el día acompañaba, era un sábado de marzo con sol y muy buena temperatura. La gente paseaba, en grupitos, familias con niños, pandillas de amigos, parejas, te encontrabas con todo tipo de gente. La diversidad era la tónica general. Todos deambulábamos como si supiéramos donde íbamos, aunque el objetivo era pasear, sin rumbo fijo. Nosotros llegamos a la altura de la calle Chapitela, dejamos a nuestra derecha el hotel La Perla, y nos adentramos en la calle. Nuestro ritmo era tranquilo, simplemente paseábamos. Me llamó la atención la joyería Víctor Idoate, una joyería con una fachada p

El coche del futuro

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El coche del futuro    Voy a empezar hablando de mi afición a la conducción, me encanta conducir, soy feliz al volante de un coche o una furgoneta. Y he tenido la suerte de pasarme mucha parte de mi vida laboral como conductor de furgonetas, por lo que puedo decir, que en mis trabajos he sido feliz. He hecho un pequeño cálculo aproximado de los kilómetros que he podido recorrer a lo largo de mi vida, y he llegado a la conclusión de que han sido alrededor de los 2 millones de kilómetros recorridos con todos y cada uno de los vehículos que han caído en mis manos. Principalmente de gasoil, aunque también de gasolina. Y todos de cambio manual, nunca automático. O sea, soy un clásico, me gusta el cambio manual, y el ir metiendo yo las marchas. Me tengo por un conductor experimentado, lo digo con toda la modestia, pero mis muchos años conduciendo, así lo avalan.    Y ahora se está desarrollando una problemática que me afecta, aunque no esté trabajando en ello. Se está dilucidando en estos

8 de Marzo

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 8 de Marzo    El griterío era ensordecedor; los niños iban y venían alrededor de los columpios, se subían a ellos, se caían al suelo, menos mal que el suelo es de vinilo y ayuda a que los golpes no sean serios; pero no solo eran los críos, también los mayores hablaban en voz alta, las conversaciones se desarrollaban entre grupitos de padres y madres, sentados en los bancos, o de pie al lado de algún columpio, pero siempre vigilando a los niños, que no se desmandaran. Por eso, no se podían tener charlas prolongadas, siempre había interrupciones, cuando no era un grito a su hijo, era dejarlo todo e ir a coger al crio que se había caído, o se había peleado con otro niño. La verdad es que salían del colegio, con una energía y unas ganas de jugar, increíbles. Todo eso pasaba inadvertido para mí. Tenía a mis hijos también allí, pero mi sensación era de seguridad y tranquilidad, no les iba a pasar nada. Estaban a salvo. Eso me daba la posibilidad de abstraerme de todo aquel tumulto, inclus